Joan Ceciel Quigley, nacida el 10 de abril de 1927 en Kansas City, Missouri, se convirtió en una figura central en la vida de los Reagan tras el intento de asesinato contra el presidente en 1981. Nancy Reagan, profundamente afectada por el incidente, buscó consuelo y orientación en la astrología, una práctica que ya le era familiar.
El primer encuentro entre Nancy Reagan y Joan Quigley se produjo en la década de 1970 durante una aparición en "The Merv Griffin Show". Sin embargo, no fue hasta después del atentado contra Ronald Reagan cuando su relación se intensificó. Nancy Reagan, preocupada por la seguridad de su esposo, recurrió a Quigley en busca de orientación astrológica para proteger al presidente.
Según las propias afirmaciones de Quigley, su influencia en la administración Reagan fue significativa y abarcó diversos aspectos de la presidencia. En su libro "What Does Joan Say?: My Seven Years As White House Astrologer to Nancy and Ronald Reagan", Quigley declaró:
"Fui responsable de programar todas las conferencias de prensa, la mayoría de los discursos, los discursos del Estado de la Unión, los despegues y aterrizajes del Air Force One. Elegí el momento del debate de Ronald Reagan con Carter y los dos debates con Walter Mondale; todos los viajes extensos al extranjero, así como los viajes más cortos y las excursiones de un día".
Quigley afirmaba que su influencia se extendía incluso a asuntos de política exterior. Antes de la cumbre de 1985 entre Reagan y el líder soviético Mijaíl Gorbachov en Ginebra, Quigley aseguró haber aconsejado a Nancy Reagan que "la actitud de 'imperio del mal' de Ronnie tenía que desaparecer".
La relación entre los Reagan y Quigley se mantuvo en secreto hasta 1988, cuando Donald Regan, ex jefe de gabinete de la Casa Blanca, la reveló en sus memorias "For the Record: From Wall Street to Washington". Regan escribió:
"Prácticamente cada movimiento y decisión importante que tomaron los Reagan durante mi tiempo como Jefe de Gabinete de la Casa Blanca fue autorizado previamente por una mujer en San Francisco [Quigley] que elaboraba horóscopos para asegurarse de que los planetas estuvieran en una alineación favorable para la empresa".
Esta revelación provocó una tormenta mediática y política. La idea de que las decisiones presidenciales pudieran estar influenciadas por la astrología fue objeto de burlas y críticas generalizadas. Nancy Reagan se vio obligada a abordar el tema en su autobiografía de 1989, "My Turn", donde intentó minimizar la influencia de Quigley:
"Mientras que la astrología era un factor para determinar el horario de Ronnie, nunca fue el único, y ninguna decisión política se basó jamás en ella".
A pesar de los intentos de los Reagan por distanciarse de Quigley y restar importancia a su papel, la astróloga mantuvo sus afirmaciones sobre su influencia en la Casa Blanca. En una entrevista en 1990 para el programa "CBS This Morning", Quigley declaró: "A través de Nancy, realmente tenía una línea directa con el presidente".
La controversia sobre el grado de influencia de Quigley en la toma de decisiones presidenciales persiste hasta el día de hoy. Mientras que algunos la ven como una exageración de su papel, otros consideran que su influencia fue significativa, aunque indirecta, a través de Nancy Reagan.
El escándalo de la astrología en la Casa Blanca de Reagan puso de manifiesto la persistente popularidad de la astrología en la cultura estadounidense. A pesar de ser considerada una pseudociencia por la comunidad científica, la astrología sigue teniendo un seguimiento considerable en Estados Unidos y en todo el mundo.
Muchos estadounidenses consultan regularmente sus horóscopos en periódicos, revistas y sitios web. La astrología se ha convertido en una industria multimillonaria que abarca desde consultas personales hasta aplicaciones móviles y contenido en línea.
La revelación del uso de la astrología en la Casa Blanca provocó fuertes críticas por parte de la comunidad científica y de figuras públicas. Muchos argumentaron que basar decisiones importantes en la astrología era irresponsable y potencialmente peligroso.
El profesor Stephen Prothero, en su crítica a la astrología, la califica como una pseudociencia que manipula a las personas y puede llevar a una toma de decisiones deficiente. Prothero argumenta que la prevalencia de la astrología refleja una falta más amplia de alfabetización científica en la sociedad.
Según Prothero, la astrología se aprovecha de aspectos psicológicos que hacen que las personas sean susceptibles a sus afirmaciones. Estos incluyen:
Se sugiere que la astrología fomenta juicios irracionales en las interacciones sociales, llevando a las personas a hacer suposiciones injustificadas sobre otros basándose en su signo zodiacal.
Joan Quigley falleció el 21 de octubre de 2014 a la edad de 87 años. Su asociación con los Reagan la catapultó a la fama, llevándola a escribir libros y aparecer en programas de televisión nacionales. Sin embargo, su intento de lanzar un servicio de astrología en línea en el año 2000 no tuvo éxito.
El legado de Quigley es complejo. Por un lado, su influencia en la Casa Blanca sigue siendo objeto de debate y controversia. Por otro lado, su caso puso de manifiesto la persistente popularidad de la astrología en la sociedad estadounidense y planteó importantes preguntas sobre la intersección entre las creencias personales y la toma de decisiones políticas.
El caso de Joan Quigley y su influencia en la administración Reagan plantea preguntas importantes sobre el papel de las creencias personales en la política y la toma de decisiones gubernamentales. Aunque la astrología ha sido desacreditada por la ciencia moderna, su persistente popularidad sugiere que satisface ciertas necesidades psicológicas y emocionales en muchas personas.
El escándalo de la astrología en la Casa Blanca de Reagan sirve como un recordatorio de la importancia de basar las decisiones políticas en evidencia sólida y asesoramiento experto. También subraya la necesidad de una mayor alfabetización científica en la sociedad en general.
Al mismo tiempo, el caso de Quigley ilustra la complejidad de las figuras públicas y sus vidas privadas. Nancy Reagan, al buscar orientación astrológica, estaba actuando desde un lugar de miedo y preocupación por la seguridad de su esposo. Esto nos recuerda que incluso las personas en las posiciones más poderosas son, al fin y al cabo, humanas, con sus propias vulnerabilidades y creencias.
En última instancia, el episodio de la astrología en la Casa Blanca de Reagan sigue siendo un fascinante capítulo en la historia política estadounidense. Nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la creencia, la toma de decisiones y el poder, y nos recuerda que la línea entre lo personal y lo político a menudo puede ser sorprendentemente delgada.
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