Contexto Histórico: Roma en el Siglo I

Roma, en el siglo I, era el corazón del Imperio Romano, una metrópolis vibrante y bulliciosa, con una población que probablemente superaba el millón de habitantes. Gobernada por el emperador Nerón desde el 54, la ciudad estaba en constante transformación y expansión, con grandes proyectos arquitectónicos y urbanísticos. Sin embargo, la ciudad también era altamente vulnerable, con muchos de sus edificios construidos con materiales inflamables como madera, lo que la hacía propensa a incendios.

El cristianismo, aunque una religión aún en sus primeros años de expansión, comenzaba a ganar adeptos en diversas partes del Imperio, incluida Roma. Sin embargo, la relación entre los cristianos y las autoridades romanas era tensa. Los cristianos, a menudo, eran vistos con sospecha, y se les acusaba de supersticiones extrañas, lo que derivaba en una hostilidad social latente.

El Incendio de Roma: ¿Una Tragedia Oportunista?

El incendio que devastó Roma comenzó el 18 de julio del año 64 y duró seis días, consumiendo gran parte de la ciudad. Según Tácito, el célebre historiador romano, las llamas arrasaron rápidamente los barrios densamente poblados de la capital, destruyendo casas, templos y edificios públicos. Las causas del incendio nunca fueron claras. En los relatos históricos, el emperador Nerón, quien gobernaba en ese momento, ha sido acusado de haber iniciado el incendio para abrir paso a la construcción de su suntuoso "Domus Aurea" (Casa Dorada), un vasto palacio que deseaba construir en el centro de la ciudad.

La Acusación Contra los Cristianos

Poco después del incendio, surgieron rumores que implicaban a los cristianos en el desastre. Según Tácito, Nerón buscaba un chivo expiatorio para desviar la atención de sí mismo, y decidió culpar a esta nueva y poco popular secta religiosa. Los cristianos ya eran mal vistos por la población romana, en parte porque se les acusaba de "odiar al género humano" y rechazar las costumbres tradicionales. La persecución que siguió fue brutal: muchos cristianos fueron arrestados, torturados y ejecutados en espectáculos públicos.

Pablo de Tarso: Apóstol o Conspirador

Pablo de Tarso, también conocido como San Pablo, fue una figura central en la expansión del cristianismo en el Imperio Romano. Aunque no fue uno de los doce apóstoles originales de Jesús, Pablo jugó un papel crucial en la difusión del cristianismo entre los gentiles (no judíos) y en la fundación de diversas comunidades cristianas. Su influencia en el cristianismo primitivo fue inmensa, y sus cartas (Epístolas) forman una parte significativa del Nuevo Testamento.

El Apocalipsis y el Incendio de Roma

El Libro del Apocalipsis, también conocido como el Libro de las Revelaciones, es un texto bíblico lleno de simbolismo y visiones proféticas sobre el fin del mundo. Aunque tradicionalmente se atribuye al apóstol Juan, algunos teóricos sugieren que las ideas contenidas en el Apocalipsis podrían haber influido en los cristianos de la época de Pablo, incluidos aquellos en Roma.

Las Acusaciones de Tácito y la Circulación del Apocalipsis

Tácito, en su obra "Anales", describe la persecución de los cristianos tras el incendio de Roma y menciona cómo la opinión pública los veía como responsables del desastre. En este sentido, Tácito no solo señala a los cristianos como el chivo expiatorio de Nerón, sino que también refleja la hostilidad general hacia ellos, quienes eran percibidos como subversivos y peligrosos.

Conclusión

La teoría de que Pablo de Tarso fue el responsable del incendio de Roma en el año 64 es, sin duda, intrigante, pero sigue siendo altamente especulativa. No existen pruebas directas que lo impliquen a él o a los cristianos de manera concluyente. Sin embargo, el contexto histórico, la creciente hostilidad hacia los cristianos, y la naturaleza apocalíptica de sus creencias, abren la puerta a la posibilidad de que algunos de ellos, influenciados por textos como el Apocalipsis, hayan visto en el incendio un acto divino.