Dentro de los experimentos de control mental de la CIA: La ciencia oscura del proyecto MKUltra

Durante la Guerra Fría, la CIA impulsó uno de los programas más perturbadores de la historia: el proyecto MKUltra. Diseñado para dominar técnicas de control mental, este proyecto combinó métodos pseudocientíficos, experimentación ilegal y una ambición desmedida por manipular la mente humana. Bajo el mando del químico Sidney Gottlieb, se realizaron experimentos con LSD, electrochoques, implantes cerebrales y tortura psicológica en miles de personas, muchas sin su consentimiento. Recientes testimonios y documentos desclasificados revelan cómo la Agencia buscó crear "candidatos manchurianos" —individuos programables—, un objetivo que dejó un legado de trauma y cuestionamientos éticos perdurables.

CIA

Contexto histórico: Paranoia y Guerra Fría

El programa surgió en 1953, en plena escalada anticomunista. La CIA, dirigida por Allen Dulles, temía que la URSS hubiera desarrollado técnicas de lavado de cerebro, inspiradas en los casos de prisioneros estadounidenses en Corea que regresaron defendiendo ideales comunistas. Con un presupuesto inicial de $25 millones, MKUltra buscaba:

  • Descubrir drogas para extraer confesiones durante interrogatorios.
  • Proteger a agentes estadounidenses de métodos similares.
  • Desarrollar armas biológicas y químicas para operaciones encubiertas.

La Oficina de Servicios Técnicos, liderada por Gottlieb, coordinó más de 150 subproyectos en 80 instituciones, incluyendo universidades como Harvard y hospitales psiquiátricos.

Sidney Gottlieb: El arquitecto del control mental

Nacido como Joseph Scheider en 1918, Gottlieb era un bioquímico formado en el Instituto Tecnológico de California. Su perfil técnico y falta de escrúpulos lo convirtieron en la pieza clave de MKUltra. Entre sus contribuciones:

  • Síntesis de LSD: La CIA adquirió toneladas de esta droga a través de Eli Lilly, usándola para alterar la percepción y debilitar la resistencia psicológica.
  • Experimentos con electrodos: Implantó dispositivos en cerebros de animales para controlar movimientos, un antecedente de la neuromodulación moderna.
  • Operaciones encubiertas: Diseñó planes absurdos para asesinar líderes como Fidel Castro, incluido envenenar sus puros o rociar LSD en sus apariciones públicas.
Gottlieb justificaba sus acciones como "defensa nacional", pero admitía en privado: "Han dicho de mí que jugaba a ser Dios... Me limitaba a utilizar los dones que el Altísimo me había concedido".

Metodología: Ciencia sin ética

Los experimentos de MKUltra se basaron en tres pilares:

1. Farmacología coercitiva

El LSD fue la sustancia más utilizada. Entre 1953 y 1964, la CIA administró dosis altas a:

  • Pacientes psiquiátricos: En el Hospital Estatal de Kentucky, un hombre recibió LSD diario durante 174 días, quedando con daño cognitivo irreversible.
  • Prisioneros: En la Penitenciaría de Atlanta, se probó la mescalina y el LSD en reclusos sin su consentimiento. Un informe interno describió cómo un sujeto sufrió "paranoia aguda y alucinaciones durante 34 horas", mientras los investigadores anotaban fríamente: "El sujeto G-12 mostró resistencia reducida tras la cuarta dosis".
  • Ciudadanos comunes: En 1953, Gottlieb autorizó operaciones como Midnight Climax, donde prostitutas en San Francisco y Nueva York drogaban a clientes en burdeles clandestinos financiados por la CIA. Las sesiones, grabadas tras espejos unidireccionales, buscaban estudiar el efecto de las drogas en comportamientos sexuales y de confesión.

2. Privación sensorial y tortura psicológica

El psiquiatra Donald Ewen Cameron, financiado por MKUltra, desarrolló técnicas de "desprogramación" en el Instituto Allan Memorial de Montreal:

  • Electroshocks masivos: Pacientes con depresión leve recibían hasta 150 voltios diarios durante semanas, induciendo amnesia y regresión infantil.
  • Confinamiento en cápsulas de privación: Individuos eran encerrados en tanques de agua oscura con sonido blanco durante días, mientras se les repetían mensajes grabados. Un sobreviviente relató: "Perdí la noción de quién era. Solo quería que el dolor mental parara".
  • Drogas paralizantes + Coma inducido: Cameron combinaba barbitúricos con días de sueño forzado, buscando "borrar" patrones mentales. El 60% de sus pacientes desarrollaron discapacidades cognitivas permanentes.

3. Neurotecnología experimental

Gottlieb exploró el control remoto del cerebro décadas antes de que existiera la neurociencia moderna:

  • Implantes cerebrales en gatos: En 1961, el neurocientífico José Delgado (colaborador de MKUltra) insertó electrodos en el tálamo de felinos, logrando dirigir sus movimientos mediante radiofrecuencias. Un experimento en Madrid mostró a un gato caminando en círculos contra su voluntad.
  • Estimulación del hipocampo: En monos, se indujeron ataques de ira o sumisión activando zonas específicas. Un cable de la CIA menciona: "Si podemos replicar esto en humanos, tendremos soldados que obedezcan cualquier orden".

Casos emblemáticos: Víctimas y secretos desclasificados

Harold Blauer: La muerte de un tenista

En 1953, este atleta neoyorquino ingresó voluntariamente al Hospital Psiquiátrico de Nueva York para tratar una depresión. Sin saberlo, fue inyectado con MX-1, un derivado de mescalina desarrollado por el Ejército. Tras cinco dosis, murió por fallo cardíaco. Su familia solo descubrió la verdad en 1983, cuando un juez ordenó desclasificar documentos que vinculaban al hospital con MKUltra.

Frank Olson: El bioquímico que desafió a Gottlieb

Olson, experto en armas biológicas, comenzó a cuestionar la ética de los experimentos tras sufrir un viaje de LSD no consentido en 1953. Nueve días después, cayó desde la ventana de un hotel. La CIA lo declaró un suicidio, pero en 1994, una exhumación reveló fracturas inconsistentes con una caída. Su hijo, Eric Olson, sigue denunciando: "Lo mataron porque iba a revelar las operaciones".

Proyecto ARTICHOKE: De la interrogación a la zombificación

Antecesor de MKUltra, este programa (1951-1956) probó técnicas de "dominio total" en espías soviéticos capturados:

  • Hipnosis forzada + Amytal: Creaban estados de sugestión donde las víctimas revelaban secretos o realizaban actos ilícitos.
  • Drogas "Zombie": En Haití, se estudiaron fórmulas usadas por bokores (sacerdotes vudú) que inducían coma y amnesia, similares a la tetrodotoxina de los peces globo.

El ocaso de MKUltra: Encubrimientos y consecuencias

En 1973, tras el escándalo Watergate, el director de la CIA, Richard Helms, ordenó destruir todos los registros de MKUltra. Gottlieb quemó personalmente 8 toneladas de documentos. Sin embargo, en 1977, 20,000 páginas sobrevivieron por error en una instalación de contabilidad, revelando:

  • Muertes confirmadas: Al menos 7 personas fallecieron directamente por los experimentos.
  • Financiamiento encubierto: Universidades como Stanford recibieron $6 millones (equivalentes a $45 millones hoy) para investigación en nombre de fundaciones falsas.
  • Vínculos con el crimen organizado: La CIA colaboró con mafiosos como Johnny Roselli para probar drogas en objetivos no vigilados.

El Comité Church del Senado (1975) condenó las prácticas, pero ningún responsable fue encarcelado. Gottlieb murió en 1999 sin expresar remordimientos.

Legado: De la pseudociencia a la neuroética

MKUltra influyó en campos insospechados:

  1. Farmacología: Los estudios con LSD sentaron bases para tratamientos modernos de PTSD y depresión resistente.
  2. Neurotecnología: Los implantes de Delgado evolucionaron en estimuladores cerebrales para Parkinson y epilepsia.
  3. Bioética: Las violaciones de MKUltra llevaron a la creación de Comités de Revisión Institucional (IRB) para supervisiones en investigación.

Sin embargo, su sombra persiste. En 2010, el Proyecto MINERVA del Pentágono fue acusado de usar redes sociales para manipular comportamientos masivos, y en 2021, la DARPA anunció implantes neurales para "mejorar la toma de decisiones en soldados".

Reflexión final: ¿Hasta dónde puede llegar la ciencia?

MKUltra representa el lado oscuro de la innovación: un recordatorio de que sin frenos éticos, la búsqueda de conocimiento puede convertirse en moneda de cambio para el poder. Como señaló el filósofo Jonathan Moreno: "El problema no es la tecnología, sino la ilusión de que algunos seres humanos deben estar más allá del bien y del mal".

Hoy, mientras la inteligencia artificial y la neurociencia avanzan, el caso Gottlieb urge a preguntarnos: ¿Quién vigila a los que pretenden controlar la mente humana? La respuesta, quizás, está en no olvidar a las víctimas que, desde las sombras de la historia, gritan para que lo suyo no se repita.

Nota: Este artículo se basa en documentos desclasificados, testimonios de exagentes (como John Marks, autor de The Search for the "Manchurian Candidate") y archivos del Black Vault. Para profundizar, consultar los informes de la Comisión Rockefeller (1975) y el libro Poisoner in Chief de Stephen Kinzer.

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Imagen: Craiyon
2025/06/02