Fósiles de leyenda: Mitos y realidades entre cefalópodos, bivalvos y equinodermos
Introducción
En el vasto mundo de la Geología, donde se entrelazan millones de años de historia con procesos naturales fascinantes, existe un punto de encuentro con la imaginación humana: la mitología. Desde la antigüedad, las personas han encontrado en los fósiles, esos vestigios de vidas pasadas, una fuente de inspiración para crear historias fantásticas que explicaran los misterios de la naturaleza.
En este artículo, nos adentraremos en el mundo de los invertebrados marinos extintos, explorando cómo sus restos fósiles han dado lugar a leyendas y creencias populares, mezclando la realidad con la fantasía. Un viaje a través del tiempo y la cultura que nos permitirá descubrir cómo la geología ha moldeado no solo el planeta, sino también nuestra imaginación.
Santa Hilda y las serpientes petrificadas: un mito con base real
En la costa noreste de Inglaterra, en la localidad de Whitby, se encuentra una abadía que guarda una curiosa leyenda. Se dice que a mediados del siglo VII, la región se vio invadida por una plaga de serpientes que aterrorizaban a la población. La valiente abadesa Hilda, decidida a proteger a su pueblo, enfrentó a las serpientes con su poder divino. Tras una épica batalla, las serpientes fueron convertidas en piedra, dejando como evidencia de su existencia los fósiles que aún hoy se encuentran en la zona.
La realidad detrás de este mito se basa en la presencia abundante de
amonites, un grupo de cefalópodos extintos que habitaron los mares cálidos y poco profundos entre el Devónico y el Cretácico. Su concha enrollada, similar a un cuerno de cabra, les dio el nombre (en honor al dios egipcio Amón, representado con cabeza de carnero). Para los habitantes de Whitby, estas conchas fosilizadas se asemejaban a serpientes petrificadas, dando origen a la leyenda de la heroica batalla de Santa Hilda.
Las pezuñas del diablo: un fósil con un toque demoníaco
En el ámbito de la mitología, la figura del diablo siempre ha estado presente, y los fósiles no fueron una excepción. Un ejemplo de ello son los fósiles de ostreidos, un tipo de bivalvo similar a las ostras. La particular forma de su concha, con una valva más grande y alargada que la otra, ha despertado la imaginación popular.
En la Edad Media, cuando la presencia del mal se veía por todas partes, estos fósiles se asociaron rápidamente con las pezuñas perdidas del diablo. La morfología de la valva más grande, con sus protuberancias que recuerdan a uñas o garras, alimentaba esta creencia. De esta manera, los ostréidos fosilizados se convirtieron en un símbolo del mal y un recordatorio de la lucha constante entre el bien y el mal.
Las "piedras de rayo": protegiendo del cielo con estrellas fosilizadas
No todas las historias relacionadas con fósiles de invertebrados han sido negativas. En el norte de España, concretamente en Cantabria, País Vasco y Navarra, encontramos abundantes fósiles de equinodermos del género Micraster. Estos erizos de mar extintos poseían un caparazón en forma de corazón con un patrón de cinco puntas muy marcado, similar a una estrella.
Antiguamente, estos fósiles se consideraban "piedras de rayo" o "piedras de centella". Se creía que eran rocas lanzadas por las divinidades desde el cielo durante las tormentas eléctricas. La leyenda cuenta que si se encontraba una de estas piedras y se llevaba consigo o se colocaba en la entrada de la casa, actuaba como un amuleto protector contra los rayos. La marca en forma de estrella, vista como un talismán, y la falsa creencia de que un rayo no caía dos veces en el mismo lugar, alimentaban esta creencia popular.
Más allá del mito: la importancia de la divulgación científica
Los ejemplos mencionados son solo una pequeña muestra de cómo los fósiles de invertebrados han inspirado mitos y leyendas a lo largo de la historia. Si bien estas historias no siempre reflejan la realidad científica, sí forman parte de nuestro patrimonio cultural y nos permiten conocer las creencias y tradiciones de las sociedades del pasado.
Es importante utilizar estas historias míticas como punto de partida para divulgar la verdadera naturaleza de los fósiles y la ciencia que hay detrás de ellos. Conectando con la imaginación popular y el folclore local, podemos despertar la curiosidad del público y fomentar un mayor interés por la Geología y la Paleontología.
Al fin y al cabo, la ciencia no tiene por qué.
Fuente:
Fósiles de leyenda Blanca María Martínez. Cuaderno de Cultura Científica.